La mueca del líder

No, no podés imaginártelo. Tampoco era una sonrisa, qué sé yo, una mueca que le descomponía la boca. Una forma tan suya de desvalorizar a sus interlocutores sin hablarles. Una manera de mostrarnos que no importaba qué dijéramos, ni con qué argumentos intentáramos hacerlo apoyar nuestras decisiones, él luego haría otro gesto grotesco hacia otro lado, levantaría una mano como convalidando el decir de algún otro y otra vez, como siempre, nos iríamos todos sin saber a qué atenernos.
Cuando desfilamos ante su cadáver aquella helada tarde de junio, me pareció ver nuevamente esa mueca en su rostro. Era un reflejo, una contracción visceral.

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